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Paraísos Fiscales y Jurisdicciones Offshore: el sistema de “valores” tributarios impuesto por interés

Feb 19

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"Yo, I'll tell you what I want, what I really, really want

So tell me what you want, what you really, really want

I'll tell you what I want, what I really, really want

So tell me what you want, what you really, really want

I wanna, (ha) I wanna, (ha) I wanna, (ha) I wanna, (ha)

I wanna really, really, really wanna zigazig ah” Spice Girls, Wannabe, 1996

 

Los denominados paraísos fiscales no son nuevos, incluso en el imperio romano se encontraban ya algunos de ellos, como la isla de Delos en el mar Egeo. Lo que es nuevo es la persecución que empezaron a recibir después de la Segunda Guerra Mundial y, especialmente iniciando el siglo XXI, por parte de gobiernos y organizaciones que han  venido vendiendo la idea de su maldad, de ser nocivos y dañinos.

 

Al final la discusión recae en un solo punto: la lucha por el dinero. Los países y jurisdicciones que han venido abanderando la mala propaganda de los paraísos fiscales sólo tienen el interés de recaudar más recursos para la satisfacción de necesidades colectivas, que no deberían ser satisfechas por el Estado y, para  el enriquecimiento de funcionarios públicos y contratistas que ven en el botín del Estado una oportunidad para enriquecerse.

 

En este contexto, en el discurso económico y político moderno, los llamados “paraísos fiscales” y las jurisdicciones offshore han sido demonizados por gobiernos en grupos como el G8 y G20 y por organismos internacionales como la OCDE o el GAFI. Se les acusa de fomentar la evasión fiscal, el lavado de dinero y la desigualdad. Sin embargo, detrás de estas críticas se esconde una evidente doble moral tributaria, donde los países más influyentes imponen reglas que ellos mismos no cumplen y utilizan el sistema a su favor todo ello con un “caballito de batalla” que resulta fácil de vender: la pretendida justicia tributaria. Se promueve la idea de que los paraísos fiscales perjudican a los países desarrollados al reducir su base tributaria, pero la “injusticia” proviene de los gobiernos que administran mal los tributos, tienen gastos burocráticos excesivos y permiten que la corrupción se pasee libremente.

 

No debe olvidarse que estas mismas jurisdicciones, como Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, entre otros, han diseñado sus propias estructuras legales y tributarias , que permiten a personas, familias y empresas esquemas de protección patrimonial  e, incluso de planeación tributaria, y, ello, forma parte de su legítima soberanía tributaria, con lo cual el ataque a las jurisdicciones que tales jurisdicciones ven como dañinas solo demuestra su verdadero interés: el dinero.

 

Aunado a lo anterior y, en búsqueda del mismo objetivo, se ha criminalizado la planeación tributaria y patrimonial, pues se ha vuelto objeto de deseo el patrimonio de las personas como objeto imponible. Tanto así que se habla de un impuesto global a los “ricos” o de cambiar la renta mundial a ciudadanos y no a residentes fiscales, como sucede hoy en días con contadas excepciones. Sobre esto podríamos enumerar un sinfín de medidas que se pretenden imponer, incluso llegando a extremos de prohibir a los países tomar decisiones que puedan favorecer a contribuyentes, los famosos pilares I y II de la OCDE ,cuando en realidad las economías emergentes precisan y necesitan proteger su economía y buscar su crecimiento, entre otras con medidas tributarias.

 

Como ya dijimos, el problema en realidad es el excesivo gasto estatal y la corrupción, que lleva a las jurisdicciones “buenas y ejemplares” a tener una carga tributaria más allá de lo que los contribuyentes quieren asumir, en lugar de reducir el gasto público ineficiente.

 

P.D. “Las jurisdicciones offshore no se crearon para captar inversiones de residentes fiscales de otros países; sino que fueron esos otros países quienes ahuyentaron a sus propios residentes fiscales cuando crearon impuestos sobre sus ganancias (primero) y sobre sus activos (luego), llevando la presión fiscal a límites insostenibles. La realidad indica que el concepto mismo de “paraíso fiscal” fue creado por los países de alta tributación que, al no poder competir, intentaron – deslealmente – sacar a los países más eficientes de la competencia. Como siempre, quien no quiere competir, es – vaya casualidad – el menos competitivo.


(….)

 

En el inconsciente colectivo, cuando uno piensa en los mal llamados “paraísos fiscales” se imagina un grupo de millonarios en sus yates extravagantes o aviones de lujo escondiendo dinero para pagar menos impuestos y nada más. A ello han contribuido tanto los escritores y los cineastas, como los gobiernos de los países de alta tributación y el organismo que los aglutina y que, oh casualidad, encabeza el lobby contra este tipo de jurisdicciones, la OCDE. Durante los últimos años los gobiernos de los países centrales y la OCDE han logrado que los propios contribuyentes apoyaran esta cruzada, al convencerlos – sin ningún tipo de evidencia fáctica – de que gracias a la existencia de jurisdicciones offshore es que existe el lavado de dinero y el terrorismo. Ese ha sido su gran triunfo: la propaganda.” LITWAK, Martin, Paraísos fiscales e infiernos tributarios, Editorial Inisfree, Londres, 2022

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